“Mi novia no es cristiana”



“Mi novia no es cristiana y me llevo muy bien con ella. Tiene grandes cualidades como persona (respetuosa, íntegra, inteligente, etc.) y a veces me acompaña a la iglesia. Sin embargo, yo no veo que ella esté cerca de tomar una decisión por el Señor. Yo la quiero un montón, pero no se qué hacer. ¿Qué consejo me podés dar?”


Por lo que puedo percibir en tu pregunta, sos un chavo que ha entregado su vida a Jesucristo y tiene el mejor deseo de agradarle. También estás muy enamorado, y te encontrás en una situación difí­cil.

Me parece que sabés que la tensión viene por estar involucrado en un noviazgo mixto (es decir, una relación donde uno de los dos no es creyente). Quizás ya has escuchado algo al respecto, por lo que solamente quisiera comentar brevemente unos conceptos bí­blicos, antes de sugerirte unos consejos pertinentes.

Aunque no encontramos el concepto del noviazgo como tal en la Biblia, encontramos lecciones muy importantes relacionadas con el matrimonio (de allí­ que tenemos que deducir que algunas de ellas se aplican también a la etapa de preparación, es decir, al noviazgo). De hecho, este perí­odo es tan importante, que encontramos que a los novios comprometidos para matrimonio, ya se les llamaba esposos (Mateo 1:18,19).

En el Antiguo Testamento, nos damos cuenta como Dios esperaba que estas relaciones se mantuvieran dentro de su pueblo y no con personas de otras naciones paganas (mirá por ejemplo Nehemí­as 13:23-28). En el Nuevo Testamento, no se promueven las relaciones mixtas, aunque se entiende que en algunos casos existen (por ejemplo, cuando ambos no eran creyentes, y uno de los dos se convierte al Señor, como se ve en I Corintios 7:12,13 y en I Pedro 3:1,2). Se asume (en los demás pasajes del NT que abordan el tema del matrimonio) que la relación es pues entre un hombre y una mujer creyentes.

Por aparte, quizás el pasaje más citado en el caso de las relaciones mixtas sea II Corintios 6:14,15, que desafí­a toda relación de unidad o comunión a mantenerse entre creyentes. Se deduce entonces su aplicación para las relaciones de noviazgo y matrimonio también.

Con estas ideas en mente, creo que el problema que enfrentás en tu relación de noviazgo es uno espiritual, aunque todas las demás áreas sean perfectamente compatibles y agradables para ambos. Me parece una situación complicada, porque veo que te encontrás entre la decisión de agradar a Dios o agradarte a vos mismo y/o a tu novia.

Creo entonces, que debés considerar las siguientes sugerencias:

1. Reconocé tu desobediencia delante de Dios.

Ya sea por ignorancia o por negligencia, tomaste la decisión de comenzar una relación que Dios no aprueba. Es decir, si resulta muy claro en la Biblia que Dios no desea matrimonios mixtos, debe resultarnos claro también que los noviazgos mixtos no deberí­an tener lugar (al fin de cuentas, ¿no se supone que el noviazgo es una preparación para el matrimonio?). Creo con toda certeza que si te arrepentí­s con convicción, Dios es fiel y justo para perdonarte (I Juan 1:9) y ayudarte a salir adelante.

2. Mantené un testimonio irreprensible con tu novia.

Por ser un hijo de Dios, tu novia deberí­a ver tu conducta intachable, así­ como tu trato respetuoso y caballeroso hacia ella. Recordá que nuestro estilo de vida santo, recto es de tremendo impacto para los demás (Mateo 5:16). Elle deberí­a poder ver en vos no solamente un chavo buena onda, sino un hijo de Dios; alguien que no va a comprometer su santidad haciendo lo incorrecto. Cuida tu relación fí­sica con ella (caricias) y las demás posibles tentaciones que enfrentés.

3. Hablá con ella acerca de tus convicciones.

Me parece que uno de los mejores testimonios que podés darle como cristiano, es tu convicción de amar a Dios por sobre todas las cosas (Mateo 22:36-38). Explicale que te encontrás frente a una decisión difícil, porque la amás también a ella. Por ese mismo amor, estás interesado en su vida espiritual. Por tu amor a Dios, estás dispuesto a obedecer y no seguir más adelante en tu relación. En este caso no se trata de poner un ultimátum, sino de ser muy honesto con tus convicciones. Pienso que la comunicación franca es fundamental en toda relación, y considero que si de alguna forma ella se sentirá molesta o incómoda, que sea mejor por tu valentí­a ante tu relación con Dios y no por ser alguien que carece de convicciones. Presentale a Jesucristo, y hacele una cordial invitación para entregar su vida a Él. Continuá invitándola a la iglesia.

4. Ora y determiná una fecha lí­mite.

En este caso, la oración por su salvación es muy importante (I Juan 5:14), y por tu valentí­a en la decisión que debás tomar (Filipenses 4:6,7). Sugiero que estipulés un tiempo (quizás un par de meses) para ver la respuesta de Dios a tus oraciones (esto es algo entre vos y Dios, que tu novia no deberí­a saber). En todo caso, si ella no toma una decisión por Jesucristo en ese perí­odo de tiempo, recordá que aún como amigos, podés siguir presentándole el plan de salvación. No obstante, la relación no deberí­a seguir más allá, para no acercarte al punto del matrimonio, si sabés que no es el deseo de Dios.

Como te he dicho ya, creo que esta es una decisión muy difí­cil de tomar. Pero creo firmemente que si vamos a pasar un rato amargo, que sea por obedecer a Dios (I Pedro 4:16). ¡La obediencia sí­ trae bendición! Estoy seguro que Él te proveerá de una relación con su bendición, si confí­as en Él (Salmos 37:4,5).

Además, te sugiero que en todo el proceso te hagás de un confidente; alguien espiritualmente maduro que te ayude a sobre llevar tus cargas (Gálatas 6:1,2). Rendile cuentas, y oren juntos.

Por Ing. Howard Andruejol

“¿Cómo lidiar con el enojo?”


Muchas veces me he visto en situaciones en las que me he hecho estas preguntas,

“¿Qué debo hacer cuando me enojo?”, “¿Será que estoy pecando cada vez que me enojo?”. Estoy segura que tú también te has hecho esas mismas preguntas o preguntas similares. Especialmente

cuando te enojas varias veces en el día.

Todos y en especial los que somos hijos de Dios necesitamos saber cómo lidiar con el enojo. Pero para saber cómo manejarlo, primero necesitamos entender qué es el enojo.

El Dr. Dobson en su libro Emociones ¿Puedes confiar en ellas? describe el enojo de esta forma: “El cuerpo humano está equipado con un mecanismo automático de defensa llamado mecanismo de huída o lucha, que prepara todo el organismo para la acción. Se inyecta adrenalina en la corriente sanguínea, la cual da lugar a una serie de respuestas fisiológicas dentro del cuerpo. La presión arterial se eleva según la aceleración del latido cardiaco; las pupilas se dilatan para una mejor percepción periférica; las manos sudan y la boca se seca; los músculos reciben nuevas reservas de energía, en un segundo, el individuo se ha trasformado de un estado de quietud a uno de alarma reactiva. Lo más importante es que esto es una respuesta involuntaria que ocurre tanto si queremos como si no”. Entonces debemos entender que el enojo es una emoción, es una respuesta hacia algo, en contra de alguien o algo.

Otro aspecto que debemos entender sobre el enojo es que Dios se enoja. Éxodo 34:6-7 nos dice que así como Dios es misericordioso también se enoja. Luego, si Dios dijo en Génesis 1:26ª que Él nos creó a su imagen y semejanza, entonces Él nos hizo con la capacidad de enojarnos.

Por otro lado, si Dios se enoja no podemos decir que enojarse es pecado, puesto que Dios no puede pecar.

Te quiero mencionar algunos pasajes bíblicos donde mencionan algunas de las causas por las que se enoja Dios y también Jesús: Salmos 7:11 (injusticia); Marcos 3:5 (dureza de corazón); Levítico 26:27.28 (desobediencia repetida).

Ya mencioné que si Dios se enoja entonces no podemos decir que es algo malo o diabólico. En Efesios 4:26.27 vemos cómo Dios nos da permiso de enojarnos, pero también nos da varias advertencias. Cuando nos dice airaos, es como si nos estuviera diciendo “pueden enojarse” o “enójense”.

Piensa por un momento en qué es lo que hace o provoca que te enojes. Un joven me decía: “algo que me hace enojar es la injusticia que muchas veces hacen los maestros.” Otro me dijo: “Me enoja cuando se burlan de mí o me ponen sobrenombres (ofensa verbal).” También te enojas con tus padres por que no te entienden, o no te permiten hacer lo que tú realmente deseas hacer.

Si está bien enojarnos pero ¿será que nos podemos enojar por cualquier cosa sin pecar? ¿Por qué cosas sí me puedo enojar sin pecar?

Déjame decirte que tú puedes enojarte y hasta debes enojarte por lo mismo que hace enojar a Dios. Por ejemplo, a Dios le enoja nuestra desobediencia continua hacia sus mandatos. ¿Te has enojado alguna vez por tu desobediencia hacia Dios? ¿Te frustras y te encolerizan tus acciones o tu forma de hablar que a veces puede ir en contra de lo que Dios te ha mandado a hacer o decir? Rara vez nos enojamos por nuestros pecados.

Una de las advertencias que Dios nos da en Efesios 4:26 con respecto al enojo es que no debemos pecar. En otras palabras nos está diciendo que debemos dominar nuestra emoción; que debemos actuar, hablar y pensar con base en lo que sabemos que es correcto (lo que agrada a Dios) y no con base en lo que sentimos.

En Génesis 4 se relata la historia del primer homicidio que ocurrió en la historia del ser humano (Caín mata a su hermano Abel). En los versículos 6 y 7 leemos cómo Dios le advierte a Caín que si no controla su enojo (que no actúe con base en sus emociones), que si no empieza a hacer lo correcto y lo bueno, podría llegar a ser atrapado por el pecado. Dios le dice que sí puede dominarlo. En la Nueva Versión Internacional el versículo 7 dice así “Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero su haces lo malo, el pecado de acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.”

Dios le estaba diciendo que a pesar de cómo se sentía, él era capaz de hacer lo correcto y así podría andar con su cabeza en alto; sin nada de que avergonzarse, sin tener que estar deprimido creyendo que no sirve para nada. ¡Ese mismo principio se aplica hoy a tu vida y a la mía y a todos los hijos de Dios!

Cuando estés enojado debes hacer un alto y responde estas tres preguntas:

  1. ¿Por qué estoy enojado(a)? Evalúa lo que esta causando tu enojo y pregúntate “¿Se enojaría Dios por esto?”
  2. ¿Cómo lo voy a resolver? ¿Haciendo lo correcto, lo que le agradaría a Dios o haciendo lo que mi emoción me dice que debo hacer?
  3. ¿Cuál es la verdad? Busca la perspectiva de Dios; trata de ver la situación como Dios la mira no como tú la miras ni nadie más.

Entonces, ¿cuándo se vuelve pecado mi enojo?

Primero cuando no nos estamos enojando por lo mismo que Dios se enojaría. Aquí es cuando generalmente nuestro tono de voz le está faltando en respeto a alguien o cuando nuestras palabras no están edificando a las otras personas. Es cuando nuestros pensamientos y deseos no son como los pensamientos de Cristo.

La segunda advertencia que Dios nos da en Efesios es que no se ponga el son sobre nuestro enojo; en otras palabras que no se termine el día sin haberlo resuelto. Debemos dominarlo (decidir hacer lo bueno, lo que agrada a Dios o hacer lo malo y permitir que el pecado nos domine) una vez que reconozcamos que estamos enojados. Una forma cómo puedes controlarlo es no alimentarlo, no le des tantas vueltas a la situación sino piensa cuál es la verdad (¿cómo lo ve Dios?).

Ora pidiéndole a Dios que traiga paz a tu mente y tu corazón. Cuando no dominamos el enojo de la manera que Dios quiere que lo hagamos hay consecuencias emocionales (depresión, angustia, cólera), espirituales (pecar) y físicas (úlceras, migrañas, insomnio, etc.). Las consecuencias pueden ser muy serias si no ejercemos dominio propio, consecuencias tan serias como las de Caín. Puedes dominar tu enojo si haces un alto y evalúas tu condición y tus opciones. Y recuerda “no obstante tú puedes dominarlo”.


(por Heidi de Andruejol)