
Muchas veces me he visto en situaciones en las que me he hecho estas preguntas,
“¿Qué debo hacer cuando me enojo?”, “¿Será que estoy pecando cada vez que me enojo?”. Estoy segura que tú también te has hecho esas mismas preguntas o preguntas similares. Especialmente
cuando te enojas varias veces en el día.
Todos y en especial los que somos hijos de Dios necesitamos saber cómo lidiar con el enojo. Pero para saber cómo manejarlo, primero necesitamos entender qué es el enojo.
El Dr. Dobson en su libro Emociones ¿Puedes confiar en ellas? describe el enojo de esta forma: “El cuerpo humano está equipado con un mecanismo automático de defensa llamado mecanismo de huída o lucha, que prepara todo el organismo para la acción. Se inyecta adrenalina en la corriente sanguínea, la cual da lugar a una serie de respuestas fisiológicas dentro del cuerpo. La presión arterial se eleva según la aceleración del latido cardiaco; las pupilas se dilatan para una mejor percepción periférica; las manos sudan y la boca se seca; los músculos reciben nuevas reservas de energía, en un segundo, el individuo se ha trasformado de un estado de quietud a uno de alarma reactiva. Lo más importante es que esto es una respuesta involuntaria que ocurre tanto si queremos como si no”. Entonces debemos entender que el enojo es una emoción, es una respuesta hacia algo, en contra de alguien o algo.
Otro aspecto que debemos entender sobre el enojo es que Dios se enoja. Éxodo 34:6-7 nos dice que así como Dios es misericordioso también se enoja. Luego, si Dios dijo en Génesis 1:26ª que Él nos creó a su imagen y semejanza, entonces Él nos hizo con la capacidad de enojarnos.
Por otro lado, si Dios se enoja no podemos decir que enojarse es pecado, puesto que Dios no puede pecar.
Te quiero mencionar algunos pasajes bíblicos donde mencionan algunas de las causas por las que se enoja Dios y también Jesús: Salmos 7:11 (injusticia); Marcos 3:5 (dureza de corazón); Levítico 26:27.28 (desobediencia repetida).
Ya mencioné que si Dios se enoja entonces no podemos decir que es algo malo o diabólico. En Efesios 4:26.27 vemos cómo Dios nos da permiso de enojarnos, pero también nos da varias advertencias. Cuando nos dice airaos, es como si nos estuviera diciendo “pueden enojarse” o “enójense”.
Piensa por un momento en qué es lo que hace o provoca que te enojes. Un joven me decía: “algo que me hace enojar es la injusticia que muchas veces hacen los maestros.” Otro me dijo: “Me enoja cuando se burlan de mí o me ponen sobrenombres (ofensa verbal).” También te enojas con tus padres por que no te entienden, o no te permiten hacer lo que tú realmente deseas hacer.
Si está bien enojarnos pero ¿será que nos podemos enojar por cualquier cosa sin pecar? ¿Por qué cosas sí me puedo enojar sin pecar?
Déjame decirte que tú puedes enojarte y hasta debes enojarte por lo mismo que hace enojar a Dios. Por ejemplo, a Dios le enoja nuestra desobediencia continua hacia sus mandatos. ¿Te has enojado alguna vez por tu desobediencia hacia Dios? ¿Te frustras y te encolerizan tus acciones o tu forma de hablar que a veces puede ir en contra de lo que Dios te ha mandado a hacer o decir? Rara vez nos enojamos por nuestros pecados.
Una de las advertencias que Dios nos da en Efesios 4:26 con respecto al enojo es que no debemos pecar. En otras palabras nos está diciendo que debemos dominar nuestra emoción; que debemos actuar, hablar y pensar con base en lo que sabemos que es correcto (lo que agrada a Dios) y no con base en lo que sentimos.
En Génesis 4 se relata la historia del primer homicidio que ocurrió en la historia del ser humano (Caín mata a su hermano Abel). En los versículos 6 y 7 leemos cómo Dios le advierte a Caín que si no controla su enojo (que no actúe con base en sus emociones), que si no empieza a hacer lo correcto y lo bueno, podría llegar a ser atrapado por el pecado. Dios le dice que sí puede dominarlo. En la Nueva Versión Internacional el versículo 7 dice así “Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero su haces lo malo, el pecado de acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.”
Dios le estaba diciendo que a pesar de cómo se sentía, él era capaz de hacer lo correcto y así podría andar con su cabeza en alto; sin nada de que avergonzarse, sin tener que estar deprimido creyendo que no sirve para nada. ¡Ese mismo principio se aplica hoy a tu vida y a la mía y a todos los hijos de Dios!
Cuando estés enojado debes hacer un alto y responde estas tres preguntas:
- ¿Por qué estoy enojado(a)? Evalúa lo que esta causando tu enojo y pregúntate “¿Se enojaría Dios por esto?”
- ¿Cómo lo voy a resolver? ¿Haciendo lo correcto, lo que le agradaría a Dios o haciendo lo que mi emoción me dice que debo hacer?
- ¿Cuál es la verdad? Busca la perspectiva de Dios; trata de ver la situación como Dios la mira no como tú la miras ni nadie más.
Entonces, ¿cuándo se vuelve pecado mi enojo?
Primero cuando no nos estamos enojando por lo mismo que Dios se enojaría. Aquí es cuando generalmente nuestro tono de voz le está faltando en respeto a alguien o cuando nuestras palabras no están edificando a las otras personas. Es cuando nuestros pensamientos y deseos no son como los pensamientos de Cristo.
La segunda advertencia que Dios nos da en Efesios es que no se ponga el son sobre nuestro enojo; en otras palabras que no se termine el día sin haberlo resuelto. Debemos dominarlo (decidir hacer lo bueno, lo que agrada a Dios o hacer lo malo y permitir que el pecado nos domine) una vez que reconozcamos que estamos enojados. Una forma cómo puedes controlarlo es no alimentarlo, no le des tantas vueltas a la situación sino piensa cuál es la verdad (¿cómo lo ve Dios?).
Ora pidiéndole a Dios que traiga paz a tu mente y tu corazón. Cuando no dominamos el enojo de la manera que Dios quiere que lo hagamos hay consecuencias emocionales (depresión, angustia, cólera), espirituales (pecar) y físicas (úlceras, migrañas, insomnio, etc.). Las consecuencias pueden ser muy serias si no ejercemos dominio propio, consecuencias tan serias como las de Caín. Puedes dominar tu enojo si haces un alto y evalúas tu condición y tus opciones. Y recuerda “no obstante tú puedes dominarlo”.
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